Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. (Mat. 2:11 RV60)
En ningún pesebre navideño pueden faltar los reyes magos. La Biblia no nos dice sus nombres ni cuántos fueron, pero tradicionalmente se ha entendido que fueron tres por los tres regalos que trajeron. Queremos aprender tres cosas de ellos.
Primeramente, nos enseñan que nadie es más importante que los planes de Dios. Estos sabios, renombrados, de la élite, con muchos recursos y educación, no se estimaron demasiado importantes para seguir la guía de Dios y postrarse ante un niño totalmente desconocido.
Segundo, podemos aprender que para Dios los niños tienen un lugar especial. Este niño era el más especial de todos. Pero los planes de Dios no solo pasaron por los adultos. Jesús no tuvo que ser un adulto para ser considerado como enviado de Dios. Así estos magos extranjeros nos dan la lección de ver lo especial que Dios ha puesto en cada niño.
Y en tercer lugar, podemos aprender cómo ellos llegaron a ver a Jesús, a adorarlo y finalmente a ofrecerle lo mejor. Tuvieron que entrar para verlo. Tuvieron que postrarse para adorarlo. Tuvieron que abrir sus tesoros para ofrecerle lo mejor. Realmente, un ejemplo a seguir. Ojalá podamos llegar a experimentar un tan sagrado encuentro con nuestro Señor Jesús en esta navidad. Pido a Dios tres cosas: Que lo podamos ver al entrar en su casa, la iglesia. Que lo podamos adorar al postrar nuestras vidas a él y no a otras cosas o personas. Que podamos ofrecerle lo mejor de nosotros, al abrirle lo más valioso que tengamos.
¿Será que nos consideramos demasiado importantes para seguir los planes de Dios en vez de los nuestros? Y en esta navidad ¿A qué desconocido podrías considerar de manera especial en esta navidad? ¿Cuál tesoro valioso podrías abrirle para ofrecerle lo mejor a nuestro Salvador Jesucristo?
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