Cuando el pasado sigue presente
Una de las cosas que no nos permite tener una proyección hacia el futuro es la falta de resolver cuestiones del pasado. Entonces nuestro pasado no resuelto, se convierte automáticamente en un presente que sigue activo.
¿Qué hizo el apóstol Pablo para olvidar su pasado y fijar su mirada hacia adelante?
Cuando él dice «olvido el pasado», no está diciendo que fue le fácil, sino que lo logró y esto le permitió avanzar sin nada que le ate e impida llegar a sus metas.
1. Perdonar
El perdón libera una bendición de paz al que lo otorga, porque cumple el mandamiento de Dios y así el pasado pierde su condición de amo, ya no tiene poder de causar daño y se lo puede recordar voluntariamente para un testimonio, pero ya no está activo para influenciar negativamente y Satanás pierde toda ventaja.
«Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones» (2 Co 5.10-11).
2. Aprender del pasado
Si miramos hacia atrás solo para lamentarnos, por errores, heridas, etc. Entonces no podremos ver los propósitos de Dios en las circunstancias adversas, si no tomamos la decisión de usarlos como un gran trampolín.
Uno de los mejores maestros en la vida son las experiencias pasadas, pues nos permiten ahorrar y prevenir errores. Pablo aprendió a decir: «Y sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas ayudan a bien» (Ro 8.28).
3. Vivir con esperanza
Una de las cosas que hace el pasado no resuelto, es anular las esperanzas y atraparnos en una negatividad. Sin embargo, el apóstol no se quedó dando vueltas, sino que siguió hacia una meta, creyendo en que Dios tenía planes con él y nada ni nadie podía detenerlos ni cambiarlos.
«Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza» (Ro 5.3-5).
4. Vivir un antes y un después
Una de las cosas que resaltan en la vida del apóstol, fue la división clara y contundente de su vida antes y después de Cristo, él no podía vivir un «después» sin haber resuelto «el antes».
Entendió que para avanzar necesitaba cerrar capítulos en su vida y abrir nuevos, con personas nuevas, soltar a algunos, volver a empezar con nuevas perspectivas. Por eso él podía proclamar: «Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una nueva vida ha comenzado!» (2 Co 5.17 NTV).
La bendición de un pasado resuelto
El pasado puede llegar a ser aquellas cicatrices que están ahí para recordarnos los acontecimientos que, en su momento, quizás fueron muy dolorosos y que parecían insuperables. Pero una vez sanados o resueltos, estas pasan a ser marcas en nuestras vidas que le están diciendo a otros que sí es posible superar el pasado.
La vida está llena de obstáculos y experiencias algunas positivas y otras negativas, el valor del poder del Espíritu Santo radica en ayudarnos a caminar por estos senderos, lo que significa que no estamos solos pues la promesa de Jesús fue: «De una cosa podrán estar seguros: Estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo» (Mt 28.20 NBV).
Toma una decisión hoy
Muchas personas viven atrapadas en el pasado sin disfrutar de una vida con propósitos. Es necesario tomar una decisión hoy de resolver el pasado y vivir sin amarguras ni resentimientos, que solo contribuyen para que no alcancemos las bendiciones y que aquellos que están a nuestro alrededor sean contaminados y sufran.
Pues Dios te dice: «Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza» (Jer 29.11 NTV).
Articulo de Revista LaFuente:
http://www.revistalafuente.com/2020/07/tienes-cuentas-pendientes-con-tu-pasado.html