El humor forma parte de la vida cotidiana, definitivamente algunas personas son más cómicas que otras, sin embargo, el humor tiene un carácter universal, no se necesita ser un comediante para apreciar la belleza estética de una buena broma.
Ciertos cristianos menosprecian el humor como algo “carnal o mundano”; considero que el humor puede ser un elemento de la espiritualidad por las siguientes razones:
- Creatividad:
El humor usa figuras alegóricas, comparaciones y expresiones jocosas. La destreza que se emplea en el humor es la capacidad creativa del hombre, y por qué no, de Dios mismo, al reflejarse al hombre como la imagen de Dios. Una fuerza creativa que sigue dinamizando el universo.
- Apreciar la diversidad:
el humor no es uniforme, tiene diferentes rostros y matices. Por un lado, el humor blanco, ingenuo y transparente; otros más equilibrados y espontáneos; inclusive el sarcasmo, aunque puede llegar a ser cruel, es una especie de humor sofisticado.
El humor es diverso porque somos diferentes, y considerar esta pluralidad puede abrir el abanico de posibilidades, enriquecer nuestra comprensión de realidades complejas y existenciales, en medio de las bromas más jocosas y banales.
- Tradición humorística:
En la historia de la iglesia resaltan algunos personajes por su sentido del humor, desde los padres de la iglesia que usaron figuras cómicas para ilustrar las incoherencias de ciertos personajes que presentaban objeciones ante la fe cristiana; pasando por la reforma y las célebres frases de Lutero; considerando también a los ilustres predicadores que utilizaron el humor en el púlpito en un momento tan sublime, inclusive a los contemporáneos que se aventuraron en las expresiones artísticas con ministerios urbanos no tradicionales.
Podríamos afirmar que tenemos una larga tradición humorística, que la experiencia cristiana ha utilizado siempre el humor como un recurso pedagógico, y por lo tanto forma parte de su espiritualidad.
- El humor puede ser terapéutico:
El humor nos ayuda a reírnos de aquellas cosas que no podemos cambiar, de hecho, esto lo resalta Víctor Frankl con la logoterapia. Los latinos tenemos esta costumbre de hacer bromas, sobre todo, sobre nuestras vivencias, sobre las noticias, incluso sobre nosotros mismos.
El humor no solo sirve para expresar alegría, también en forma irónica se puede expresar nuestro lamento y tristeza, la famosa frase “reírse para no llorar”, el humor puede ser parte de una experiencia terapéutica, ser como una anestesia que nos ayuda a lidiar con el dolor en las diferentes experiencias humanas.
- El humor es un don de Dios:
¡Sí!, el humor no está en la lista de dones espirituales que menciona Pablo, ni tampoco esta afirmación se encuentra en el Nuevo Testamento, pero definitivamente es un regalo. ¿Quién no disfrutó alguna vez de la compañía de una persona simpática? Ahí vemos el uso de este don, usando esta destreza para irradiar alegría en los demás. La vida sin el humor sería incompleta, esta capacidad es un regalo para disfrutar la vida y darle sabor a nuestros días.
Conclusión
El humor es parte de lo que somos, no debemos ver esto como algo irreverente o separado de la espiritualidad. Ciertamente tiene su lugar y su forma, pero este artículo es una invitación para repensar la relación entre el humor y una espiritualidad auténtica.