Muchos son los años transcurridos desde que se inició la Reforma religiosa en la Europa de 1517. Conviene por ello señalar que se toma como punto de partida para la historia del protestantismo evangélico al momento en que el monje agustino Martín Lutero, desafiando la doctrina, la práctica y la tradición de la iglesia, clava sus 95 tesis en la puerta de la Catedral de Wittenberg. Hoy nos preguntamos ¿Qué consecuencias perduran? Para responder esto observaremos la realidad actual de la iglesia en medio del mundo convulsionado del presente, frente al catecismo menor de Lutero, publicado en una edición especial de la Biblia RVC.
Les propongo que pensemos en tres aspectos distintivos de la Reforma Protestante que hasta hoy perduran.
- La relevancia de la Biblia para el desarrollo de la vida y la fe de las personas. Lutero expresa en su catecismo: “Ella es la única norma y regla de fe por la cual han de medirse y juzgarse todas las doctrinas juntamente con quienes las enseñan” (2 P 1:21, 2 Ti 3:15-17, 1 Co 2:13, Jn 5:39, Lc 11:28). Hoy sigue siendo pertinente para las iglesias evangélicas el contenido de la Biblia y su mensaje. Pero, aunque se reconozca su pertinencia, estimo que el conocimiento de su contenido y de su mensaje ha menguado de manera significativa.
- El valor de la educación para el desarrollo de las personas. El reformador expresaba en diálogo con sus discípulos: “Si yo no hubiera sido pastor, de seguro sería un maestro”. Considero a la educación como una experiencia que no solo hay que recibir en la escuela. El hogar es el primer núcleo donde uno se educa y aprende los rudimentos de la fe y la iglesia lo revitaliza y proclama. “Los jefes de familia deben enseñar a los suyos a pedir la bendición y a dar gracias” decía Lutero (Sal. 145: 15-16, 136:1, 147: 8-11) Las personas que con sus capacidades y potencialidades desarrollan dependencia y muestran gratitud a Dios por lo que tienen, son personas más felices y logran un mayor desarrollo personal.
- El inmenso potencial formativo del núcleo familiar. En su catecismo Lutero señala los deberes de los padres, de los hijos y cómo se debe convivir en la familia. Todas estas demandas, basadas en la Biblia. Para dar un ejemplo: Él mismo terminó con su celibato sacerdotal, se casó y tuvo varios hijos e hijas. Expresó “uno no puede enseñar a ser buen padre si no lo demuestra en la práctica”. Admitamos que esto de ser buen padre hoy es todo un desafío en el contexto en el que vivimos. Pero el hecho de que las iglesias cristianas seguimos luchando por mantener el modelo de familia que nos indica nuestra fe es un legado de la Reforma Protestante.
Siempre que nuestras habilidades intelectuales y nuestras pasiones manifiesten un serio compromiso con la Biblia, con una educación de calidad y con el valor de la familia, estaremos regando el terreno para mantener el legado de la Reforma.