Cuentos breves

 

Esta es una selección de dos cuentos breves escritos por Fátima Gonzalez Ocampos.

El joven y la anciana
     Erase una vez, una anciana que había ido a pasear a la calle principal, donde se encontraba una hermosa y colorida librería. Cada vez que veía las tapas de colores, era irresistible para ella la tentación de entrar y ojear sus páginas… Como siempre… se interesó por un libro, pero en esta ocasión, el precio era muy alto y a pesar de haber sumado todas sus muchas monedas, no alcanzó el valor del preciado libro.
      El vendedor hizo un descuento, pero aún así, la anciana no lograba pagar su costo. En ese momento, pasó por ahí, un joven quién también se interesaba por los libros. Estaba algo apurado y distraído, sin embargo, con gran avidez observó los nuevos títulos que la librería acababa de adquirir.
     Al oír las protestas de la anciana, preguntó al encargado del local lo que pasaba, quién explico avergonzado y algo ofuscado, sobre el incidente. Inmediatamente, el joven sacó su billetera y exclamó: oh! solo eso es el problema? Yo tengo el dinero! Tómelo!, dijo con voz firme al vendedor y pidió que le fuera cobrado también, un material que había elegido, tras lo cual,  se marchó.
     La anciana quedó estupefacta. Siempre había pensado que los hombres solo ayudaban a las mujeres por su atractivo y con el interés de cobrar cualquier favor que hiciera. Nadie, nunca, había tenido con ella un gesto desinteresado o  generoso en su vida, sin embargo, en el ocaso de su viaje por este mundo, vino un joven que ella no conocía y sin pedirle nada a cambio la ayudó, no solo a comprar su libro, sino que, le ayudó a ver que, después de todo, en algún momento, alguien puede hacer algo bueno por uno, que no todos son malos y que aún se puede esperar algo bueno de los demás.
Papi, me comí el dulce, otra vez!!!
    Ohh! papi, me comí el dulce, otra vez… y me duele mucho la panza… Papi, quiero volver a abrazarte, pero no quiero ir junto a vos, quiero estar escondida en este oscuro y frío hueco.
      Escucho que me estás llamando, pero papi, me siento tan culpable!!! Te prometí tantas veces, no comer más el dulce, pero me acerqué al tarro que estaba destapado sobre la mesa y pensé comer solo un poco, pero acabe tomando todo el tarro…!
    Papi, me duele mucho la panza… necesito que me abraces y me hagas sana sana, pero papi, me siento tan culpable!!!  Papi, quiero obedecerte y cuando me duele la panza entiendo que es por mi bien que me lo prohíbes, pero papi, cerca del tarro me olvido de esta horrible sensación y meto mi dedo en ese atractivo tarro y no puedo parar hasta terminarlo!
     Papi, yo sé que me vas a abrazar, besar y hacer sana sana y también me regañaras un poco, y quiero tanto ser una buena niña, papi, y no volver a sentir este dolor de panza!!! Papi, por qué no puedo alejarme del tarro???
     Oh, papi, por favor ayúdame a no volver a acercarme más al tarro que me da tanto dolor de panza! Papi, perdóname por favor! Perdóname por desobedecerte papi, yo quiero ser una buena niña y no tener este horrible dolor de panza, papi… ayúdame a no comer más de ese dulce que me hace tanto mal, me siento muy triste y avergonzada… manche mi vestidito y este dolor me mata papi, por favor hacedme sana sana, me duele mucho papi… ya no quiero más comer el dulce, otra vez…
Salir de la versión móvil