Para el ser humano, las emociones son parte central de él. Todas sus acciones están condicionadas a cómo se encuentra emocionalmente. Sin embargo, en el círculo cristiano, las emociones han sido entendidas como obstáculos para el razonamiento por lo que muchas personas cometen errores por no interpretar los sentimientos y, por ende, las emociones.
Frases como “los seguidores de Jesús no pueden estar tristes”, “la tristeza o el enojo no son cristianos” y otros más son muy populares dentro del ámbito cristiano cuando se trata de calmar alguna situación en la que se encuentra uno. En cambio, esto da a entender que estar tristes es igual a estar derrotados y la felicidad se asocia con victoria, lo que lleva al creyente a interpretar las emociones y sentimientos erróneamente.
Existe una relación muy importante entre la salud emocional y espiritual del ser humano. Sabine Wiebe, cita en el artículo “Espiritualidad y salud emocional: un camino hacia la espiritualidad emocionalmente sana”, de Espacio Teológico que “una inmadurez emocional repercute en la espiritualidad, manifestándose por ejemplo en problemas interpersonales, ausencia de perdón, hipocresía, activismo y falta de límites”.
Descuidar la salud emocional afecta también la espiritualidad, por lo que conocer su corazón, aceptar su historia de vida y descansar en el amor infalible de Dios es un camino terapéutico para la salud espiritual y emocional. La palabra de Dios llama la atención a cuidar el corazón y dejarla sujeto a Dios.
Conocer el interior (el corazón) lleva a entender el porqué uno siente, piensa y reacciona de cierta forma. Lo que uno lleva dentro moldea lo que expresa externamente, pero conocer el propio corazón exige hacerse preguntas difíciles acerca de uno mismo. Para conocerlo se necesita como primer paso tener conocimiento de las áreas internas que se deben corregir. Esto es un trabajo difícil porque un análisis profundo es un asunto delicado. Comprender estas áreas que necesitan arreglarse solo son posibles al darle a Dios el permiso de que trate con esos puntos ciegos.
Cuando se conoce el corazón se puede tener las llaves que llevarán a vivir una espiritualidad sana. En el artículo citado se puede encontrar estas llaves para ser libres:
- integridad
- obediencia
- perdón
Conocer la propia historia será un próximo paso para el cambio hacia una espiritualidad emocionalmente sana. El pasado, el autoconocimiento, la autoaceptación y el autocuidado servirán de recursos para caminar hacia la madurez emocional y espiritual.
Por último, como recurso terapéutico, decidir descansar con gozo en el amor de Dios. Los pensamientos sobre uno mismo, sobre los demás y todo lo que le rodea influyen en el bienestar emocional. El secreto para mantenerse en este amor infalible que Dios otorga es la oración. En lugar de luchar con los pensamientos y tratar de encontrar explicación a las situaciones de la vida, uno puede acercarse a Dios y dejar todo eso a los pies de la Cruz. Descansar en la soberanía de Dios, en que acepta el corazón que tenemos tal cual lo tenemos y reconocer su bondad es la clave para superar lo que escapa del control humano.
Por tanto, “el camino terapéutico constituye en el emprendimiento de permitir que el Espíritu Santo tenga acceso al 100% de lo que uno es. Una transformación verdadera y perdurable es posible solamente dejando a Dios trabajar en el corazón.
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