Líderes ministeriales como agentes de cambio

Tourists go up the hill in the sunrise to shake hands The male traveler shakes the hand of the male traveler who is climbing to the top of the hill

Desde el año 2020 las iglesias evangélicas en todo el mundo han sufrido cambios muy drásticos a causa de la pandemia. Una señal muy visible de esta realidad es, por ejemplo, el hecho de que muchas iglesias luchan por recuperar la participación presencial de sus miembros y visitantes en los cultos dominicales.

Algunos líderes ministeriales vivían y viven con la expectativa de que todo volverá a la normalidad una vez que las restricciones impuestas a causa de la pandemia sean levantadas. Pero la realidad parece ser otra. No solo la costumbre de realizar reuniones públicas ha cambiado en los años 2020 y 2021, sino también la mentalidad, las necesidades, las expectativas y el compromiso con la iglesia. Los líderes ministeriales que deseen ser agentes de cambio no se oponen a la realidad de los cambios sociales, sino que se preguntan cómo la Iglesia de Cristo puede seguir cumpliendo su misión en medio de realidades cambiantes.

Liderar procesos de cambio no es cosa fácil. Tenemos que entender los procesos que suceden en esas situaciones de cambio. Quiero mencionar algunas características de un liderazgo prudente en medio de cambios, basándome en James Estep (Administración básica para iglesias y ministerios cristianos, El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2010, pág. 219ss).

Concluyendo, podemos decir lo siguiente: Los líderes ministeriales son agentes de cambio cuando dan espacio a los iniciadores, cuando buscan posibles maneras de implementar los cambios necesarios en grupos pequeños, por ejemplo, con los iniciadores y primeros adaptadores. Después de haber elaborado modelos de implementación de los cambios necesarios viene la etapa de la socialización con el fin de conseguir el apoyo de los segundos iniciadores. Luego se comienza a establecer consensos para ganar también a los adaptadores tardíos. Si esto se da, se puede convivir también con los opositores.

Aplicando estas consideraciones al tema de la asistencia mermada a los cultos después de la pandemia, quiero sugerir lo siguiente: Crear espacios abiertos para evaluar las prácticas de nuestros cultos con una actitud autocrítica. Se podría, por ejemplo, hacer una encuesta anónima entre los que asisten a los cultos, los que solo lo hacen virtualmente y, si es posible, entre los que ya no se conectan más con los cultos de la iglesia. La encuesta podría responder a la pregunta: ¿Cómo deberían ser nuestros cultos para que respondan a las necesidades reales de nuestros grupos meta? El resultado de esta encuesta se podría analizar con personas que tienen el perfil de iniciadores y primeros adaptadores, para luego presentar una visión con un plan de cultos renovados.

Para todos estos procesos se requiere de líderes ministeriales con menta abierta, sabiduría de convicción y paciencia perseverante, líderes que entiendan lo que la Palabra de Dios enseña sobre la misión de la Iglesia de Cristo en un mundo cambiante. La buena noticia es: El Espíritu Santo quiere empoderar y capacitar a todos los que se comprometen con Cristo y su Reino. Es un Espíritu misional que quiere llegar a los corazones de todas las personas, también en nuestra realidad post-pandémica.

Heinz Dieter Giesbrecht, Director y Profesor del Campus IBA

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