A. El derramamiento del Espíritu (Hch. 2:1-4): Señales de un Nuevo Pacto
- La Ascensión de Jesús: Alusión a Moisés
La narrativa de Lucas y Hechos vincula la ascensión de Jesús con el evento de Pentecostés, ya que Jesús les dice a sus discípulos que esperen el derramamiento del Espíritu poco antes de ser llevado al cielo. Al mismo tiempo, varios aspectos de la ascensión sugieren un trasfondo del Sinaí. El paralelo entre la ascensión de Jesús desde el Monte de los Olivos y la ascensión de Moisés al Monte Sinaí se puede apreciar en las siguientes alusiones:
- El lapso de 40 días: Las apariciones de Cristo resucitado durante 40 días evocan las dos veces que Moisés estuvo 40 días en el Monte Sinaí (Ex. 24:18; 34:28).
- “él los sacó”: Lucas narra la historia de la ascensión usando la frase griega: εξηγαγεν δε αυτους (Lc. 24:50). El mismo verbo, “sacar”, fue usado por la traducción griega del Antiguo Testamento (Septuaginta) para describir al Señor guiando a los israelitas fuera de Egipto rumbo al Sinaí (Ex. 6:6-8).
- Bendición: Antes de la ascensión, Jesús bendijo a sus seguidores así como Moisés bendijo a los que construyeron el santuario (Ex. 39:43) y a los israelitas al final de su vida (Deut 33:1).
- Montaña: La ascensión de Jesús tuvo lugar en el Monte de los Olivos así como Moisés recibió la Ley en el Monte Sinaí.
- Nube: Una nube ocultó la ascensión de Jesús (Hch. 1:9, 11), lo cual coincide con la nube que cubría al Monte Sinaí cuando Moisés ascendió allí (Ex. 24:15-18).
- La espera: Jesús ordenó a sus discípulos que esperaran en Jerusalén (Lc. 24:49; Hch. 1:4) así como Moisés había ordenado a los ancianos que esperaran su regreso (Ex. 24:14).
- Reino: La pregunta de los apóstoles a Jesús sobre la restauración del Reino a Israel (Hch. 1:6) trae a la memoria las palabras que el Señor declaró en el Monte Sinaí: “ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa” (Ex. 19:6). De manera similar, así como las 12 tribus de Israel se convirtieron en el fundamento del pueblo del pacto en el Monte Sinaí (Ex. 24:4), así también los 12 apóstoles (con la elección de Matías) se convirtieron en el fundamento de la iglesia, el pueblo del Nuevo Pacto, en Pentecostés.
- El derramamiento del Espíritu: Alusión al Sinaí
Lucas relata el evento de Pentecostés en términos muy dramáticos. La venida del Espíritu evoca el relato de la aparición gloriosa del Señor sobre el Monte Sinaí (Éxodo 19:16-20; 20:18). Se pueden notar varias correspondencias:
- Día de Cumplimiento: El texto dice “cuando llegó el día de Pentecostés” (Hch. 2:1). El verbo griego aquí, συμπληροῦσθαι, denota el sentido de “cumplir”, “estar completo” o “llenar.” El término sugiere el fin de un periodo de preparación y anticipación para dar lugar al inicio de una nueva era en el plan de Dios.
- Reunión Solemne: La descripción de Lucas de la reunión de la comunidad de fe en el día de Pentecostés (Hch. 2:1) evoca el día de la asamblea de Israel en el Sinaí (Deut. 9:10; 10:4; 18:16), cuando Dios proclamó los mandamientos desde la montaña. La imagen sugiere la formación de un nuevo pueblo pactal.
- Viento y Fuego: Por un lado, el fuerte “sonido” (ήχος[1]) del cielo y la presencia del “fuego” evocan la revelación de Dios en el Monte Sinaí (Ex. 19:16-20; Deut. 4:11, 12, 15, 24). Por el otro, estas señales teofánicas aluden a la era venidera que, según los profetas, se caracterizaría por el derramamiento del Espíritu ( 32:15; 44:3; Ez. 39:29; Jl. 2:28f; Zac. 12:10). El “viento” representaría resurrección escatológica (Ez. 37:9, 14) y el “fuego” evocaría imágenes de juicio final (Is. 66:16; Jl. 2:3). A la luz del Sinaí y de las profecías escatológicas, el Pentecostés puede ser interpretado como la restauración del Israel de Dios.
- Lenguas de fuego y otras lenguas: Varios intérpretes judíos afirmaban que, según Éxodo 20:18, Israel había visto la “voz de Dios” en el Monte Sinaí en forma de llamas de fuego (Ej. Filón, Sobre el Decálogo 46-47). Algunas tradiciones rabínicas incluso afirmaban que esta llama divina se había dividido en 70 lenguas y que todas las naciones del mundo habían escuchado la voz de Dios en su propio idioma. A la luz de estas creencias, la descripción de Lucas de lenguas de fuego que se dividieron y la proclamación de las grandes obras de Dios en diversos idiomas apuntan a un “segundo Sinaí”.
Así como la Ley fue entregada en tablas de piedra a Israel en el Monte Sinaí, ahora el Espíritu de Dios escribiría la Ley en el corazón de su pueblo en el Monte Sión (Jerusalén). Según Isaías (2:2-4), este Nuevo Pacto incluiría tanto a los israelitas como a los gentiles.
B. La respuesta de la multitud (2:5-13): Señales de una nueva comunidad
Lucas narra la dádiva del Espíritu como una ocasión en la que no solo estuvieron presentes los judíos palestinos, sino también los judíos devotos de la diáspora internacional. Él retrata a esta multitud multicultural en términos de una asamblea festiva. Pedro, como portavoz de los “doce apóstoles”, se levantó y confrontó a las “doce tribus de Israel”. Tal como en el Sinaí, el Señor les estaba llamando a obedecerle, a guardar su pacto, a ser su tesoro entre las naciones y a ser para él un reino de sacerdotes y una nación santa (Ex. 19:4-6; Lc. 22:20, 29).
- Una identidad multicultural: Alusión a las naciones
Lucas enumera los diversos grupos judíos de distintas naciones que escucharon las maravillas de Dios en sus lenguas vernáculas. Según el texto, estas naciones representaban a toda la tierra (Hch. 2:5). Esta afirmación no debe interpretarse literalmente, sino representativamente, puesto que Lucas está haciendo alusión a la “Tabla de las Naciones” (Gen. 10). El punto aquí es que el Espíritu estaba creando una nueva unidad que trascendía las barreras raciales, nacionales y lingüísticas. El carácter cosmopolita de la multitud presente en Pentecostés simbolizaba la identidad multicultural que tendría esta nueva comunidad de pacto. En términos de Craig Keener:
En el contexto más amplio de la obra de Lucas, los seguidores de Jesús son empoderados para la misión en el inicio de Hechos tal como Jesús lo fue en el inicio del Evangelio de Lucas. Dado el énfasis de Lucas en la misión a los gentiles, se trata de un empoderamiento transcultural (Hechos 1:8), presagiado prolépticamente por los discípulos empoderados por el Espíritu para hablar en otras lenguas (2:4) y por los oyentes judíos de diversas naciones (2:5-13). El Espíritu conduce a la proclamación (2:14-40), y el resultado final ideal de esta misión empoderada por el Espíritu es una comunidad que vive los ideales del reino (2:41-47).
- Una comunidad ideal: Alusión al pueblo del pacto
Cuando Israel acampó en el desierto del Sinaí frente a la montaña para recibir la Ley, Moisés describe al pueblo como inicialmente obediente y consagrado. Ellos afirmaron solemnemente que iban a hacer todo lo que el Señor les había mandado (Éx. 19:7-8; 24:3) y luego procedieron a santificarse durante tres días, lavando sus vestidos y absteniéndose de relaciones sexuales, tal como se les había instruido (Ex. 19:10, 14-15).
De manera similar, Lucas parece describir al pueblo del Nuevo Pacto en términos de una comunidad ideal. Según Hechos 2:42-47, el resultado del evento de Pentecostés fue una nueva confraternidad caracterizada por cuatro elementos claves: (1) la enseñanza de los apóstoles; (2) el compañerismo generoso (compartir bienes); (3) el partimiento del pan (comidas comunes); y (4) la oración. En línea con la tradición profética, Lucas quiere identificar a la iglesia de Jerusalén como el remanente israelita de los “últimos días” que sigue los preceptos de vida comunitaria correspondientes al “Año del Jubileo” (Lev. 25).
Finalmente, un criterio importante para identificar al remanente fiel de Israel en Hechos es el tema del “rechazo”. Así como Jesús encaja en el esquema bíblico del “profeta rechazado” (Lc 4:24; 9:22, 44-45; 11:47-51; 13:33-34; 18:31-34; 20:9-16; Hch. 2:23; 3:18; 7:51-52; 13:27-29), la tipología del rechazo sería un rasgo característico de sus discípulos para confirmar su rol profético. La primera escena de rechazo en Hechos ocurre en la historia de Pentecostés, con la burla de los creyentes por parte de algunas personas en la multitud de Jerusalén (Hch. 2:13). Más tarde, el rechazo conduciría a la persecución: Algunos apóstoles serían arrestados (Hch. 4:3), Esteban sería apedreado a muerte (Hch. 7), la Iglesia en Jerusalén sería perseguida y dispersada (Hch. 8:1), Jacobo sería matado a filo de espada y Pedro sería encarcelado (Hch. 12:1-2).