1.1.¿Qué es un hijo pródigo?
La palabra “pródigo” proviene del latín “prodigus” y tiene diferentes significados. Según la RAE puede referirse a una persona muy dadivosa. Pero también se usa para describir a alguien quien gasta sus bienes de manera inútil, sin medida ni razón. La palabra “pródigo” es muy conocida por la parábola de Jesús que se encuentra en Lucas 15, aunque la palabra misma no aparece en la Biblia. Esta historia se podría llamar también “La parábola del hijo perdido” (Sherrer & Garlock, 2001, pág. 25). Este pasaje es tan conocido, que incluso escritores seculares usan el término “pródigo” para referirse a personas que abandonan “los valores de su crianza para ir tras un estilo de vida insensato y libertino” (Sherrer & Garlock, 2001, pág. 27).
Cuando en esta investigación se habla de un hijo pródigo, se refiere a un hijo que abandona a sus padres, y en especial habla de padres cristianos. El abandono puede ser de manera física o puede ser también un distanciamiento espiritual. Puede ser de forma repentina o una rebeldía procesual. Ejemplos de un hijo pródigo son: 1) un hijo que de repente se va de la casa sin decir el porqué; 2) un hijo que rechaza la fe cristiana, los valores y los estándares de vida que sus padres trataron de enseñarle por tanto tiempo; 3) una hija menor de edad que de repente admite estar embarazada; 4) un hijo que adopta un estilo de vida no cristiano (drogas, otra religión, relaciones sexuales ilícitas); 5) un hijo quien comete delitos y se va preso. Esta lista sigue abierta y la situación de cada familia con un hijo pródigo es particular. Sin embargo, el resultado suele ser el mismo: los padres se sienten muy heridos, frustrados, rechazados, fracasados, culpables y se hacen la pregunta: ¿qué se hizo mal en la educación del hijo? (Lewis & Lewis, 2011, págs. 26-28) De hecho, tener a un hijo que toma otro camino al cual fue enseñado, es una de las experiencias más dolorosas que los padres pueden tener (Lehmann, 2014).
1.2. ¿Cómo se crea a un hijo pródigo?
Por supuesto, ningún padre cristiano engendra a sus hijos pensando, que van a ser unos maleantes o que algún día van a rechazar a sus padres (Matos, 2003, pág. 15). No obstante, el fenómeno del hijo pródigo es frecuente y ocurre en todas las iglesias. Al parecer, los hijos de los ministros son especialmente vulnerables (Lewis & Lewis, 2011, pág. 29). ¿Cuáles son las causas por las cuales un hijo se vuelve rebelde y abandona a sus padres? Aunque no hay una respuesta definitiva, se menciona algunas cosas que pueden favoreces este fenómeno, según el libro de Sherrer & Garlock (2001, págs. 29-30) y el artículo de Yvonne Schwengeler (2006).
- Expectativas falsas de los padres o familiares.
- Padres ausentes o desinteresados. Poca atención al hijo por exceso de trabajo.
- Sobreprotección, padres que quieren controlar todo.
- Abuso en la niñez, enojo por injusticias que pasan en la familia o comunidad.
- Sentimiento de rechazo, autoestima baja.
- Enojo con Dios, la iglesia no llena sus expectativas y necesidades.
- Adicción de todo tipo, presión de los amigos.
- El deseo de hacer la propia vida sin restricción de los padres.
Como se ve, las causas que crean a un hijo pródigo pueden ser muy variadas. Pero esta investigación no se enfoca en las fallas de los padres ni tanto en cómo prevenir la creación de hijos pródigos. Más bien, se investiga: 1) la problemática que están pasando los padres de hijos pródigos; 2) qué se puede hacer y cómo se puede ayudar en esta problemática.
1.3. La problemática de los padres heridos con hijos pródigos
Las siguientes ideas se han sacado del libro de Lewis & Lewis (2011). Describen en grandes rasgos la problemática, las emociones y actitudes destructivas en la relación de los padres heridos con sus hijos pródigos. Los siguientes puntos pueden ser vistos también como etapas, pero no necesariamente todos los padres heridos pasan por todas las etapas.
Iniciación: Es la fase en la cual los hijos se convierten en pródigos. Muchas veces esto ocurre de una manera inesperada, abrupta y sin previo aviso ni mucha explicación de parte del hijo pródigo. Para los padres esta etapa es similar a un mal sueño, del cual esperan despertar muy pronto. Es el inicio de un proceso largo y muy doloroso que afectará prácticamente a cada ámbito de la vida de los padres: su profesión, su matrimonio, sus amistades, su relación con la iglesia, etc. Empiezan a compararse con otras familias supuestamente perfectas, y se hacen la pregunta del por qué.
Aislamiento: Tras compararse con otros, muchos padres heridos se aíslan, por la vergüenza que tienen por sus hijos. Se sienten inferiores y humillados delante de otros padres. A menudo tienen temor de ser rechazados y despreciados, sea de los amigos, de la comunidad o de la iglesia. No son más los padres orgullosos de antes. Giran alrededor de sí mismos lo que puede resultar en una fuerza destructiva. La vergüenza de los padres puede destruir por completo a la relación padre-hijo.
Rechazo: Suele ocurrir, que los padres rechazan a su hijo rebelde, sobre todo cuando se mete en delitos y tiene que irse a la cárcel. Ejemplo de rechazo completo: cuando los padres desheredan a su hijo, cuando lo echan definitivamente de la casa. Sin embargo, el rechazo no necesariamente tiene que ser de una forma completa, sino puede ser de manera sutil y pasiva. Por ejemplo: negar la comunicación con su hijo, negar el reconocimiento o el apoyo emocional. Normalmente el rechazo “es un intento desesperado de tomar el control” (Lewis & Lewis, 2011, pág. 61)
Ira: Muchos padres heridos batallan con reacciones de ira cuando tienen que lidiar con sus hijos rebeldes. Es una consecuencia del miedo, el dolor y la frustración que sienten. En el estado de ira, los padres son capaces de reaccionar con insensatez, incluso empleando violencia física. Los resultados son: más distanciamiento, dureza emocional, amargura y hostilidad.
Miedo y desesperación: Muchos padres temen por la seguridad de sus hijos pródigos. Si se trata de padres cristianos, se suma el miedo de perder a sus hijos por la eternidad. A este miedo frecuentemente se suma la sensación de impotencia que resulta en la desesperación.
Culpa: Como se mencionó anteriormente, cada padre cristiano que tiene a un hijo pródigo se hace la pregunta: ¿qué hice mal en la educación de mi hijo? Relacionado con esto viene el sentimiento de culpa. Esto puede tomar diferentes dimensiones: los padres se culpan a sí mismos, se culpan uno al otro dentro del matrimonio o transfieren la culpa a los hijos rebeldes.
PERSPECTIVA BÍBLICA
2.1. Padres heridos con hijos pródigos en la Biblia
El fenómeno de padres heridos con hijos pródigos no es algo raro. Existe en cada iglesia y en cada comunidad y al parecer este problema no está disminuyendo. (Lewis & Lewis, 2011, pág. 28) También en la Biblia se encuentra varios ejemplos de padres heridos:
- Adán y Eva cuando Caín mató a Abel (Lewis & Lewis, 2011, pág. 28). Aunque Gn. 4 no menciona directamente el dolor de los padres, se sobreentiende y el v. 25 habla del lugar vacío que quedó en la vida de Eva después de la muerte de su hijo.
- Los padres de Sansón no estaban de acuerdo que su hijo se iba casar con una mujer filistea. De todos modos, Sansón no era un hijo obediente que hacía caso a sus padres (Jueces 14-16).
- Los hijos de Samuel, Joel y Abías, no siguieron el ejemplo de su padre. Fueron jueces corruptos y perversos (1 Sam. 8:1-5). (Schwengeler, 2006)
Estos ejemplos muestran, que aún hombres temerosos de la Biblia tenían a hijos rebeldes.
2.2. Dios y los hijos pródigos – La parábola de Lucas 15
La parábola del hijo pródigo que se encuentra en Lucas 15, es un ejemplo del cual todos los padres pueden aprender. Muestra como Dios, el padre de todos los padres, enfrenta la ingratitud, la rebelión y el desprecio de parte de sus hijos. El padre de la parábola indudablemente es un padre herido. Porque la petición del hijo menor por la herencia, solamente podía significar una cosa: que el hijo esperaba la muerte de su padre con impaciencia. El padre no resiste al pedido del hijo, le da la herencia sin tratar de manipularle y sin acusarle. Así mismo, Dios da libertad a sus hijos. Ellos pueden escoger vivir su propia vida, con todas las consecuencias que conlleva esto. En la parábola, el padre no corre atrás del hijo sino queda donde está. Sin embargo, sigue amándole y se interesa por el hijo. Esto se evidencia cuando el hijo pródigo regresa. El padre estuvo ahí, esperando que su hijo reconoce su equivocación (su pecado) y vuelve a casa. De la misma forma, Dios es misericordioso, da la bienvenida y perdona a los pecadores que se vuelven a él. (Lehmann, 2014; Bailey, 2009, págs. 50-51)
Según Nouwen (2012, págs. 131-133), la parábola del hijo pródigo no solamente muestra cómo es Dios, sino también reta a todos los cristianos para ser como el padre de la parábola. Muchos creyentes se identifican con el hijo menor (el hijo pródigo) o el hijo mayor de Lucas 15. Pero el propósito final es, que cada cristiano puede llegar a tal punto que se identifique con el padre. El cristiano no solo es llamado a recibir perdón, experimentar la bienvenida y la misericordia de Dios. También es llamado a perdonar, a ser misericordioso y dar la bienvenida a otros hijos pródigos que vuelven a casa.
INTERVENCIÓN DE LA PROBLEMÁTICA – AYUDA PASTORAL Y ECLESIAL
3.1. Ayuda para los hijos pródigos
3.1.1. La actitud constructiva de los padres hacia sus hijos pródigos
A lo siguiente, se presenta algunas normas cuáles pueden ayudar a los padres heridos, para asumir la actitud correcta hacia sus hijos pródigos. En cierto sentido, estas actitudes son la contraparte de las actitudes destructivas que se presentó en el 1.3. Los cristianos están conscientes, que estas cualidades solo se pueden asumir con la ayuda de Dios.
La preocupación correcta: Una pregunta que todos los padres heridos se deberían hacer: “¿Estamos más preocupados por lo que los otros piensan de nosotros que por nuestros propios hijos?” (Lewis & Lewis, 2011, pág. 40). El sentimiento de vergüenza puede llevar justamente a esto. Sin embargo, esta actitud normalmente destruye la relación padre-hijo. Por eso, los padres tienen que preocuparse en primer lugar por sus hijos, y no por su propia reputación.
Aceptación: Los padres heridos hacen bien si deciden aceptar a sus hijos pródigos, con todas las fallas y pecados que tienen. Aceptación no es lo mismo que aprobación. (Lewis & Lewis, 2011, págs. 70-71) No significa, que los padres deben tomar una actitud permisiva en cuanto al pecado o las decisiones erróneas que el hijo está haciendo. Los padres siempre son responsables para ser un buen ejemplo para los hijos, aunque la decisión de seguir o no seguir este ejemplo, es responsabilidad de los hijos (véase 1 Sam. 2: Elí y sus hijos). Por lo tanto, los padres deben brindar consejo y mostrar a sus hijos las consecuencias que van a sufrir por su rebeldía. Pero también deben permitir que ellos experimentan estas consecuencias. (Schwengeler, 2006; Lehmann, 2014)
Compañerismo: Los padres no deberían ver a su hijo rebelde como un enemigo. Siguen en el mismo equipo, aunque el hijo les ha abandonado. Deberían esforzarse para mantener o restablecer los elementos de la relación padre-hijo y no rechazarle. El rechazo es un poder muy fuerte, pero es un poder negativo. Los padres no deberían usar este poder tratando que el hijo haga lo que ellos quieren que haga. Así como Dios tampoco fuerza a sus hijos, que sean obedientes a él. (Lewis & Lewis, 2011, pág. 64 y 74)
Soltar: No es fácil mantener un equilibrio sano entre mantener la relación y aprender a soltar. No obstante, los padres no deberían aferrarse a su hijo rebelde y retenerle con toda la fuerza. Esto normalmente va resultar con más rebeldía. El hijo debe tener tiempo para encontrarse a sí mismo, debe encontrar su propio camino. Soltar al hijo no es lo mismo que rechazarlo. (Schwengeler, 2006; Lehmann, 2014)
Amor incondicional: Es quizás el recurso más poderoso que tienen los padres para alcanzar y ganar de nuevo a sus hijos pródigos. No es un amor natural, sino un amor que solo Dios puede dar. El amor incondicional actúa, no espera nada a cambio y ama a pesar de que no haya más razones para amar. (Lewis & Lewis, 2011, pág. 94)
Perdón: Igual como el amor incondicional, el perdón generoso es una característica de Dios que los padres heridos deben adoptar. Perdonar de corazón no está ligado a ciertas condiciones en relación a la conducta de los hijos pródigos. Muchas veces, los padres no solo tienen que perdonar a sus hijos, sino pedir también perdón de ellos y de Dios. (Lewis & Lewis, 2011, págs. 121-124)
Oración: Uno de los recursos más importantes y urgentes es la oración. Cuando los padres llevan a su hijo pródigo en oración delante de Dios, ellos mismos admiten su insuficiencia y reciben esperanza y sabiduría del Todopoderoso. Al mismo tiempo, Dios escucha las oraciones y va responderlas, porque ama a los hijos pródigos más que sus padres biológicos los aman. (Schwengeler, 2006)
Esperanza: Muchas veces la lucha de los padres heridos con sus hijos dura varios años, incluso décadas. El recurso de la esperanza es muy importante, para los padres mismos y también para su relación con los hijos. Aunque las heridas sean muy profundas y los padres aún no saben, si sus hijos van a regresar algún día, la esperanza puede ser renovada cada día. Con una actitud de espera, los padres hacen notar a sus hijos, que todavía tienen interés en sus vidas. Siguen esperando el regreso de sus hijos pródigos listos para darles la bienvenida. (Lehmann, 2014; Carlson, Kopp, & Clare, 2002, págs. 220-223)
3.1.2. La actitud constructiva de la iglesia hacia los hijos pródigos
La actitud de los otros cristianos hacia los hijos pródigos, en esencia debe ser la misma actitud que se describió arriba en relación a los padres. Obviamente, los miembros de la iglesia no tienen la misma relación con los hijos rebeldes que sus padres la tienen y por ende tampoco tienen los mismos sentimientos. No obstante, la iglesia debe apoyar a los padres asumiendo también una actitud constructiva. Los cristianos tienen que seguir amando y perdonando a los hijos rebeldes. Tienen que orar por ellos y estar dispuestos a darles la bienvenida, si se arrepientan y vuelvan a la iglesia.
3.2. Ayuda para los padres heridos
Consejería: Muchos de los sentimientos negativos que se mencionó en el punto 1.3. pueden ser combatidas cuando los padres los reconocen (Lewis & Lewis, 2011, pág. 88). Admitir a una emoción negativa ayuda a controlarla. Los pastores pueden actuar como consejeros para los padres heridos, ayudándoles a reconoces sus actitudes destructivas y cambiándolas por actitudes constructivas.
Quitar la culpa: Normalmente los padres de hijos pródigos se sienten culpables y se preguntan, qué han hecho mal en la educación de sus hijos. Ahora bien, no hay padres perfectos pero el culparse a sí mismo no ayuda, ni a los padres ni a sus hijos perdidos. Por eso es importante, que se crea un ambiente en el cual los padres pueden confesar los errores que han hecho, pedir y recibir perdón de Dios. Las fallas de los padres pueden favorecer a la rebeldía, pero no necesariamente llevan a esto. De la misma forma, padres con pocas fallas no pueden garantizar que sus hijos van a tomar el buen camino. La parábola de Lucas 15 enseña, que Dios mismo es un padre herido, y Él sí es un padre perfecto. (Schwengeler, 2006; Lewis & Lewis, 2011, pág. 35)
Fraternidad: La iglesia debe mostrar a los padres heridos, que no están solos con su problema. Deben generar un ambiente de fraternidad, en el cual es permitido hablar de los problemas con los hijos y no hace falta ocultarlos. Esta fraternidad se puede desarrollar mejor en grupos pequeños y es la mejor arma para combatir el aislamiento. Cuando los padres pueden expresar lo que están pasando, se abre el camino hacia la libertad. Son capaces de enfrentar los problemas con amor y aceptación. Ya que el fenómeno de los hijos pródigos es muy frecuente, los padres heridos pueden ayudarse también mutuamente. Evidentemente, nadie puede entender mejor a estos padres, que aquellos que pasaron por la misma experiencia. Algunos de ellos podrán testificar de la fidelidad de Dios, que ha hecho volver a casa a sus hijos pródigos. De esta forma pueden alentar a los padres que aún están luchando y esperando la conversión de sus hijos. (Lewis & Lewis, 2011, págs. 35 y 44-45)
Sensibilidad: Los miembros de la iglesia deben ser muy sensibles con los padres heridos. Como Lewis & Lewis (2011) lo explican en el segundo capítulo de su libro, las palabras insensibles pueden agrandar a las heridas que ya están presentes. Un ejemplo: elogiar excesivamente y en forma pública a los padres que tienen hijos bien educados, que no se desviaron del camino. Estas palabras pueden hacer sentir como inferiores a aquellos padres, que tienen hijos pródigos.
Promover la esperanza: Según testimonios y algunas investigaciones, un gran porcentaje de los hijos pródigos en algún punto de sus vidas vuelven a casa (Sherrer & Garlock, 2001, pág. 30) Un ejemplo de esto es la vida de Franklin Graham, el hijo del famoso Billy Graham. Como él describe en su autobiografía (Graham, 1999), Franklin fue un hijo rebelde de magnitud. Se alejó de la iglesia, se metió en las drogas y fue todo lo contrario de lo que sus padres esperaban de él. Sin embargo, los padres seguían orando por él y confiaban en Dios, porque le habían entregado en sus manos antes de que naciera. Y Dios fue fiel. El hijo pródigo volvió a casa y actualmente sirve en varios ministerios cristianos. Dios no olvida a los hijos pródigos. La Palabra que fue sembrada en la vida de ellos, trae su fruto (Lehmann, 2014). La iglesia puede alentar a los padres heridos para que no pierdan la esperanza, que también sus hijos van a volver a casa.
Tener a un hijo pródigo es una de las experiencias más dolorosas que un padre cristiano puede experimentar. A la vista de la frecuente apariencia de esta problemática y la influencia amplia que tiene en la vida de las personas, los pastores y las iglesias deben tomar muy en serio este dilema. Son situaciones que pueden hacer mucho daño, tanto en la vida de los padres heridos, como también en la vida de sus hijos rebeldes. La problemática de los padres heridos con hijos pródigos puede generar muchos sentimientos y actitudes negativas, que son capaces de destruir las relaciones.
La tarea de la iglesia no es buscar al culpable, sino brindar ayuda a los padres heridos y sus hijos pródigos. Los pastores pueden ayudar a los padres, para que pueden asumir una actitud constructiva en cuanto al problema que están viviendo. Con una actitud de perdón, amor incondicional y esperanza, los padres mismos son los agentes más importantes en el proceso de hacer volver a casa a sus hijos pródigos.
En oración los padres heridos pueden traer a sus hijos rebeldes delante de Dios. Como la Biblia lo relata, Dios mismo es un padre herido quien espera con ansias y con los brazos abiertos a sus hijos. Esto es una motivación muy grande, para no perder la esperanza. Cuando Dios sana a los corazones de los padres heridos, éstos están esperando para dar la bienvenida a sus hijos perdidos que vuelven a casa, para que también ellos pueden ser sanados.
(s.f.). Recuperado el 2020 de agosto de 29, de Real Academia Española: https://dle.rae.es/pródigo
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