La interconectividad avanzada que se tiene actualmente es la más elevada de toda la historia. Se tiene conciencia que pertenecemos a una humanidad, el sistema de intercambio y noticias nos permite sentir el mundo como una unidad. Más aún con esta pandemia. En Latinoamérica veíamos como improbable la llegada del virus de Wuhan a nuestra región, pero la realidad ha sido diferente. De manera impensada la humanidad ¨hoy¨ esta unidad por el terror de un virus que dicen que tiene alta letalidad de mortalidad.
Desde una mirada antropológica-filosófica, el ser humano no puede estar aislado, el hombre no puede vivir solo, es más Erich Fromm[1] afirma que necesita relacionarse para la defensa, el trabajo, la satisfacción sexual, el juego, la crianza de los hijos, la trasmisión de conocimiento y de las posesiones materiales. Plessnner[2] por su parte expresa que el hombre ¨debe crearse su propia posibilidad de vivir¨ por lo tanto sus propias necesidades lo llevan a buscar colaboración y colaborar con otros. El género humano es social por naturaleza, y podemos distinguir dos formas fundamentales de la sociabilidad humana; la primera es la comunicación, en un carácter de encuentros y relaciones interhumanos, donde existen una estimulación mutua de personas, ya sea por amistad, educación, trabajo, entre otras cosas. Y la segunda es la cooperación, los humanos trabajando juntos por una meta en común.
Señalo esta característica del ser humano porque hoy más que nunca es una necesidad real y urgente. Los gobiernos han decidido que las poblaciones entren en un encierro que vulnera este movimiento intrínseco que tiene la vida, con consecuencias trágicas, que van desde crisis económicas, sanitarias hasta crisis emocionales y mentales.
Así como describe Smith[3] a la economía como una mano invisible en movimiento, de la misma forma ha actuado esta pandemia, la cuarentena social, el distanciamiento y el confinamiento con fines preventivos a contagios, ha producido negocios y empresa cerradas, lo cual ha generado desempleados, por ende, familias sin ingresos para satisfacer sus necesidades básicas. La ausencia de interacción social ha producido un daño colateral que si no se actúa con alguna estrategia eficaz dejará secuelas profundas en una sociedad que ya venía luchando con la injusticia y la desigualdad.
Es urgente que exista una defensa comunitaria, no es suficiente una fe contemplativa, debe de ir unida a una fe operativa, como lo dijo Johann Baptist Metz[4]. Una defensa comunitaria que contenga una sustancia transcendental y política, que busque una alternativa y provea de esperanza transformadora.
Hoy se vive una crisis, y la sociedad encarnó una vulnerabilidad económica, emocional y espiritual. Hoy en muchas latitudes se ha distanciado la satisfacción y la autorrealización humana.
¿A que nos exhorta la Biblia en tiempos de crisis? justamente a la cooperación, mediante amor al prójimo, la ayuda a los débiles y necesitados, con contención a aquellos que a traviesan por una saturación psicológica de temor, por aquellos que experimentan angustia por el presente y un futuro incierto, por los que están en depresión, aquellos que se ahogan en la desesperación, los que están siendo consumidos por la ansiedad y los enlutados. Los desempleados, y aquellos que han perdidos sus empresas, y por los muchos que están endeudados.
Pablo nos anima a asumir una espiritualidad operativa con las siguientes palabras; ¨sobrellevad los unos las cargas de los otros¨(Gl 6:2), ¨los que somos fuertes debemos soportar la flaqueza de los débiles¨(Rm 15:1).
La espiritualidad encarna al reino de Dios, la fe hace que lo invisible sea visible. La responsabilidad mutua y la misericordia hacen visible al reino de Dios en estos tiempos de terror, de incertidumbre, de caos, y crisis económica. Una fe operativa es creativa. Actualmente se ve las famosas ¨ollas populares¨ que están proveyendo alimentos a muchas familias en diversas localidades del Paraguay, es una forma de vivir esta espiritualidad, pero se pueden buscar más alternativas.
Los cristianos sigamos siendo constante en la oración aferrados a la esperanza, llorando con los lloran, gozándonos con los que están felices, procurando el bien para todos y manteniéndonos unidos, no por acciones filantrópicas, sino más allá de eso, por un amor mutuo, el amor al enemigo, el amor al prójimo.
Es momento de recrear la espiritualidad cristiana, y a la espiritualidad privada e individual que hemos heredado de los misioneros debemos de añadir la sustancia comunitaria, viviendo una espiritualidad con los demás, celebrando la comunión, compartiendo las cargas con solidaridad, donando y recibiendo, no tolerando la injusticia, entre otras cosas. Los dos mil años de dogmatismo dan respuesta a la pregunta ¿si hay vida después de la muerte? y la espiritualidad latinoamericana debe responder ¿si hay vida antes de la muerte?
Y la vida no solo es el cuerpo físico, es también la mente, como también lo son las emociones. Recreemos la espiritualidad cristiana, una espiritualidad transcendente y política, una espiritualidad integral, individual y comunitaria, una espiritualidad plena.
[1] Psicólogo social y filósofo humanista del siglo XX
[2] Filósofo y sociólogo alemán.
[3] Adam Smith, economista escocés.
[4] Padre de la teología política.