Rompiendo barreras interculturales
Fabianni González se desempeña como capellán en el colegio Gutenberg de la ciudad de Estanzuela y es pastor de la iglesia La Mies de la misma ciudad. Él nos cuenta que tenía el sueño de ser futbolista y por tal razón, al culminar el colegio, decidió prepararse y esperar que las oportunidades se dieran.
Sin embargo, todo cambió cuando su madre le pidió que la acompañe a un grupo casero y que compartiera una enseñanza con los participantes. Esa experiencia fue clave para que luego pudiera decidir estudiar Teología.
En el IBA conoció a quien hoy es su esposa, Steffi Warkentin, de ascendencia rusa-alemana, y actualmente llevan 5 años de casados. Curiosamente, Fabianni, de ninguna manera pensaba en casarse con alguien de otra cultura. Relata que conoció a su esposa cuando el cursaba el tercer año de la carrera y ella iniciaba el primer año. No se habían conocido directamente hasta que las actividades del IBA empezaron a acercarlos más, entre ellos, el coro de la facultad, del cual formaban parte ambos. Este grupo de alumnos realizaba viajes por diferentes partes del país con el fin de representar a la facultad y fue en uno de esos viajes que se dieron cuenta de que disfrutaban pasar tiempo juntos.
Para Fabianni, en su paso por el IBA, el conocer a otras personas de diferentes culturas ha sido excelente. Resalta que es bueno socializar y expandir el círculo de amistades. Sin embargo, cuenta que cuando uno se relaciona con gente que tiene un conjunto de valores diferentes al propio se presentan ciertos conflictos. Por ejemplo, uno empieza a conocer que existen culturas que han elevado y le han puesto un valor al trabajo y a los compromisos que están por encima de las relaciones, por lo tanto, primero está el trabajo y luego uno mismo o la propia familia. Pero, a la vez, fue un tiempo donde reflexionó sobre las costumbres y los valores nocivos que había aprendido.
Respecto al romance que se iniciaba en aquel entonces, al siguiente año de conocerse se propusieron a realizar devocionales y oraciones pidiendo dirección a Dios, con el propósito de estar seguros de qué decisión tomar.
Por el camino, fueron presentándose algunos conflictos. Fabianni cuenta que, en primer lugar, algunos de los problemas se dieron en los compromisos que fue tomando con quien quería relacionarse sentimentalmente. En algunos de ellos llegó tarde o simplemente no acudía. Él destaca que en este punto fue muy importante la forma en cómo ella reaccionó a dicho pecado cultural. Para ella no fue el fin del mundo, sino que supo perdonarlo y darle otra oportunidad.
Otro de los conflictos fue la aceptación por parte de los padres. En primera instancia, ellos no estuvieron de acuerdo con el deseo que tenían de comprometerse. Sin embargo, cuenta que fueron pacientes ante tal rechazo y enfatiza que estaban decididos en lo que querían, y que previamente habían puesto en oración, reflexión y habían buscado consejo de terceros (profesores, parejas interculturales y pastores). Fue en la etapa donde aún eran amigos que aprendió a relacionarse con ella aún con las diferencias culturales que había. Fabianni considera que todos aquellos conflictos fueron solucionados por medio del perdón, la paciencia, y la gracia de Dios. Hoy los desafíos siguen, pero ambos siguen adelante por la gracia de Dios.