Hans Kasdorf y Wilbert R. Shenk podrían ser considerados los más destacados misionólogos de los recientes escritos anabautistas menonitas. Shenk resume la misión anabautista en tres temas esenciales:
a) Una teología anabautista de la misión está arraigada en la obra y el mensaje de Jesús el Mesías; b) una teología anabautista de la misión supone una relación dinámica entre la iglesia y el mundo usando la cruz como puente; y c) una teología anabautista de la misión se encarnará en la comunidad fiel del Mesías que vive en la tensión escatológica del reino ya presente pero aún no cumplido. 10
Shenk llama correctamente el sínodo de Augsburgo de 1527 “el punto de partida” de las misiones anabautistas. “Establecieron separadas áreas de responsabilidad misionera en un gran mapa de la empresa evangélica”. Luego la conferencia encargó a los líderes a visitar comunidades en Alemania, Austria y Suiza para alentar a los fieles y evangelizar a estas comunidades dispersas… La oposición no logró detener este movimiento.11 Hans Kasdorf señala: “A mediados del siglo XVI, los misioneros anabautistas estaban predicando en todos los estados de Alemania, Austria, Suiza, Holanda, Francia, Polonia, Galicia, Hungría e Italia”. El eminente erudito alemán Ernst Troeltsch resumió la difusión del anabautismo diciendo: “Desde Zúrich, el movimiento se difundió con gran rapidez e intensidad: en todas partes atraía a todos los que no estaban satisfechos con la Reforma, así también como a un remanente formado por miembros de los grupos evangélicos de la época medieval. Pronto, todo Europa Central fue cubierto con una red de comunidades anabautistas, ligeramente conectadas entre sí, que practicaban una forma de adoración estrictamente bíblica. Los principales centros se encontraban en Augsburgo, Moravia y Estrasburgo y, más tarde, en Frisia y en los Países Bajos.12
Bernhard Ott, desarrollando “una contribución anabautista” en el debate de la misión holística, reafirma la centralidad de Mateo 28:16-20, la llamada Gran Comisión. Convincentemente argumenta que para los anabautistas este texto fue mucho más que un mandamiento para evangelizar. Este “texto programático”, de acuerdo con la lectura y praxis anabautista, sitúa la misión en el contexto del poder, la adoración, la proclamación, la curación, la ética, la oración, el conflicto y la presencia eterna de Cristo. Concluye que “para lograr una comprensión más integral”, la Gran Comisión no provee una base para un concepto de misión de solo evangelismo. “Al contrario, los versículos finales de Mateo proporcionan un fundamento sólido y poderoso para una comprensión integral de la misión—si se interpreta en vista de todo el Evangelio”. 13
En este ensayo me gustaría honrar el reino de Dios—y las perspectivas de la iglesia misional en la construcción de las teologías anabautistas de la misión. Y entonces quisiera ofrecer mi contribución personal que tiene como punto de partido la teología y la práctica simple del “rebautismo”. Después de todo, el rebautismo en el siglo XVI era una razón principal del escándalo, del martirio y de la expansión de la misión de los radicales de ese tiempo.